El restaurante del hotel está situado bajo un vertiginoso acantilado dominado por el castillo de Belcastel. A sus pies fluye el misterioso río Ouysse, cuyas orillas se han transformado en paseo y jardines. Allí crece una inteligente mezcla de flores, plantas aromáticas y verduras que aportan notas de colores y perfumes de antaño. El puentecito en ruinas, salpica con su romanticismo un lugar donde cada uno aspira a dejar de lado todas sus preocupaciones, a saborear la dulzura y la magia de los lugares.